EUROPA
PRESS
28 agosto
2020
La
caspa no solo aparece en el cuero cabelludo, ¿cómo olvidarnos de ella?
Si pensamos en caspa lo primero que nos
viene a la cabeza es la imagen de unos hombros con motitas blancas, y un famoso
producto para combatirla, y es que hay personas para las que la caspa es un
problema frecuente, pero sobre todo latoso, y del que les es difícil
desprenderse.
En concreto, la caspa es el resultado de la descamación
excesiva de la piel que se produce a nivel del cuero cabelludo y, en ocasiones,
en ciertas áreas de la región facial o incluso del tronco, según explica en una
entrevista con Infosalus la doctora Lula María Nieto Benito, MIR Dermatología y
Venereología del Hospital General Universitario Gregorio Marañón (Madrid).
"La piel, que constituye la superficie de nuestro
cuerpo, sufre un proceso de descamación como consecuencia de su renovación y
reparación. Este mecanismo fisiológico produce una descamación que, en la mayor
parte de las veces, es imperceptible para el ojo humano", valora la
experta.
Eso sí, subraya que ciertas condiciones dermatológicas, como
la seborrea o la dermatitis seborreica, alteran este proceso normal, generando
un aumento en la descamación y en el grosor de las escamas, dando lugar a un
producto visible y perceptible por el ojo humano: la caspa. "Es una
afección muy común, benigna y no contagiosa. No es una enfermedad dermatológica
en sí, sino una predisposición o tipo de piel", remarca la dermatóloga.
De hecho, la doctora Nieto Benito sostiene que en muchos casos
es una condición asintomática y muchos pacientes consultan por el motivo
estético, dada la incomodidad de la descamación y del posible impacto en la
calidad de vida.
Así, insiste en que el principal signo de caspa es la
presencia de descamación en el cuero cabelludo, aunque también en muchas
ocasiones, ésta aparezca en las zonas centrales de la cara (cejas, región
interciliar o 'entrecejo'), en las áreas laterales de la nariz, en la barba, y
en los pabellones auriculares (especialmente en el conducto auditivo externo y
en la cara posterior de los pabellones auriculares).
"De forma menos frecuente también puede afectarse el
tronco y la zona genital. Esta descamación puede ser escama blanca o tener un
cierto tinte amarillento. Puede, a su vez, ir asociada a un enrojecimiento de
la piel en las zonas con escama, generando picor y sensación de escozor",
añade la MIR de Dermatología y Venereología del Hospital General Universitario
Gregorio Marañón (Madrid).
¿Cuáles pueden ser sus causas? La doctora apunta
principalmente a dos: Suele producirse como consecuencia de un aumento en la
producción de sebo por parte de la piel (seborrea), o bien por una condición
crónica inflamatoria de la piel denominada dermatitis seborreica. "En
algunas ocasiones, ambas patologías se pueden ver condicionadas o agravadas por
la presencia de diferentes especies de un mismo hongo (Malassezia). Este hongo
forma parte de la flora normal de la piel, pero si prolifera, puede ser una
causa asociada a la presencia de caspa", explica Nieto.
Otras causas menos frecuentes de caspa, según atiende, son
la piel seca, así como la sensibilidad a ciertos productos de higiene corporal o usados para el cuidado del cabello, o
bien ser la señal de otras afecciones de piel como la psoriasis, el eccema, así
como infecciones, entre otras.
Los factores de
riesgo
Mal que nos pese, Nieto subraya que la caspa es un trastorno
"muy frecuente" que puede aparecer prácticamente en cualquier
individuo. Según enumera, existen ciertos factores que pueden hacer a la
persona más susceptible:
·
Edad: Se produce de forma más frecuente en la edad adulta,
generalmente al inicio de la misma. Sin embargo, adolescentes y personas de
edad avanzada también la pueden presentar.
·
Sexo masculino: Es más frecuente en los hombres, aunque se
produce también en mujeres.
·
Antecedentes familiares: Existe cierta asociación familiar
en el desarrollo de caspa y/o de dermatitis seborreica.
·
Enfermedades: Se ha asociado un aumento en la incidencia y
prevalencia de casa en personas que padecen enfermedades neurológicas (por
ejemplo, demencia senil, enfermedad de Alzheimer o enfermedad de Parkinson,
entre otras). La infección por VIH (virus de la inmunodeficiencia humana), y
por otros virus relacionados. En ambos casos es una afectación frecuente y, por
lo general, más intensa que en personas que no padecen estas enfermedades.
Con todo ello, la MIR en Dermatología y Venereología del
Hospital General Universitario Gregorio Marañón subraya que se debe acudir a un
especialista en aquellos casos en los que no se consigue controlar la caspa,
ésta es excesiva, asocia una sintomatología importante o coincide con otros
síntomas que pueden hacer sospechar la presencia de otra condición
dermatológica.
"En la mayor parte de las ocasiones, la caspa puede controlarse
con champús o lociones capilares especialmente indicadas para la misma, con
buen control y mejoría de sintomatología asociada si esta estuviera
presente", sentencia la doctora Nieto.